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Elmar Holenstein

Una docena de reglas de buen cubero
para evitar malentendidos interculturales

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Summary

Intercultural understanding does not fail by reason of insurmountable ontological obstacles, which are only susceptible to philosophical analysis. Intercultural misunderstandings are of the same kind as intracultural misunderstanding on the part of members of one and the same culture who belong to different regions, social strata, professions and the like, and are like these susceptible to explanation in psychological and sociological terms. Observing a number of rules of thumb makes it possible to avoid such misunderstandings for the most part.
The governing principle of intercultural hermeneutics is the traditional hermeneutic principle of equity: What all, particularly those concerned, affirm on full consideration of the circumstances is taken as the basis. One of the first requirements is that one must take members of alien cultures seriously and that one must rather doubt one's own perception than their capacity for logical consistency, goal-orientated rationality and ethical responsibility.
Intercultural misunderstandings are often related to ideas now recognized as being dogmatic, to the assumption that cultures are homogeneous and stand in polar opposition to each other, to the supposition that ethical and ethnic differences are correlated, to the lack of distinction between is and ought, but also, among those who seek salvation in alien cultures, to the lack of distinction between what in fact cannot be understood and what fundamentally cannot be understood.

Contenido

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0. El principio de lealtad hermenéutica (»equidad«)

Leonard Swidler:
The Dialogue Decalogue.
Ground Rules for Interreligious, Intercultural Dialogue
.
En: dialogue e-zine.
Original de 1983.
external linkArtículo


Gerald Hall:
Intercultural and Interreligious Hermeneutic: Raimon Panikkar.
En: dialogue e-zine.
Original de 2002.
external linkArtículo


Mauricio Beuchot:
Perfiles esenciales
de la hermenéutica:
hermenéutica analógica
.
Proyecto Ensayo Hispánico.
1997.
external linkArtículo
1 El principio más útil para el entendimiento intercultural es el antiguo principio de la equidad. Éste es el principio fundamental de la hermenéutica, la teoría clásica de la comprensión. En latín es llamado aequitas hermeneutica. Todas las reglas que pueden abrir camino al entendimiento de culturas ajenas, pueden ser derivadas de este principio fundamental de la equidad.
2 Hoy en día, tratándose del entendimiento interpersonal, la palabra »equidad« (Billigkeit) ya no se explica por sí sola. Para comprender lo que se quiere decir con ella, puede ser revelador que, en la bibliografía jurídica de habla inglesa, su equivalente en latín aequus es traducido, a veces, como fair. Sin embargo, en alemán, podemos atenernos a la palabra billigen (aprobar), que aún se usa en el lenguaje coloquial. Aprobamos un juicio cuando es adecuado al asunto en cuestión. Este es el caso cuando considera todas las circunstancias, el contexto completo en el cual se presenta el asunto. Por ello es más conocido un segundo principio de la hermenéutica, derivado del principio de equidad, según el cual un texto sólo es comprensible junto con su contexto, una »parte« sólo junto con el »todo« al que pertenece. La pregunta que sigue es entonces de qué clase de contexto se trata. A este respecto, las opiniones difieren muy notablemente según la perspectiva. Principalmente, el contexto consiste en los intereses de todos los afectados por el juicio. Un juicio sólo puede ser llamado »equitativo« (billig) en tanto que es »aprobado« (gebilligt) por todos, en especial por los afectados. En la práctica jurídica se da por entendido que aquellos que serán objeto de una sentencia deben tener la posibilidad de tomar la palabra; tienen derecho a un abogado. En caso de necesidad se les asigna un abogado de oficio.
3 Por lo demás, en derecho, un juicio es »equitativo« si distingue entre el sentido textual de la ley, su letra, y el objetivo que persiguió el legislador con ella, el bien público. En consecuencia, para Georg Christoph Lichtenberg, el concepto opuesto a »equidad hermenéutica« era »chicana«. 1 Hoy en día, la palabra billig se usa casi únicamente en el sentido de »barato« y »de poco valor«. Por el contrario, aún en el siglo XVIII, en el auge de la tematización de la equidad hermenéutica, billig indicaba un »precio adecuado al valor de la cosa«. Unbill era aquello que se percibía como injusto, impropio y, en especial, como violento. La comprensión adecuada de cualquier cosa implica la ausencia de violencia contra ella. Por tanto, en este ensayo tampoco se habla de Faustregel (literalmente »reglas de puño«), como se usa comúnmente en alemán para referirse a las reglas de buen cubero. En su lugar se hablará de Daumenregel (literalmente »reglas de pulgar«), al estilo de la expresión inglesa rule of thumb. Aquí se ponen a discusión doce reglas de este tipo para el entendimiento intercultural, que fueron anotadas en el transcurso de la lectura de escritos de teoría cultural.

1. Regla de racionalidad (regla de lógica)

»Pues es obvio – y como lema de toda investigación en torno al racionalismo debería figurar este sencillo principio, olvidado a menudo – que es posible ›racionalizar‹ la vida … en las más variadas direcciones.«

Max Weber
(Nota 5)
4 Desconociendo aparentemente el antiguo principio hermenéutico de la equidad, aunque coincidiendo con él, las teorías filosóficas de la traducción de decenios pasados han formulado un principle of charity. La traducción usual al alemán como Prinzip der Nachsichtigkeit (principio de indulgencia) suena todavía un poco más condescendiente que la expresión inglesa, que tiene ya un tono bastante paternalista-fraternalista. Lo que se quiere decir es que no debemos atribuir una forma de pensar ilógica o prelógica a personas cuyo lenguaje y cultura nos son extraños, sino que más bien debemos partir de la idea de que las hemos malentendido: »Ciertamente, cuanto más absurdas o exóticas sean las creencias atribuidas a un pueblo, tanto más desconfiados debemos ser de las traducciones [o interpretaciones].« 2
5 Haciendo referencia al contenido central de este principio, se habla también de un »principio de racionalidad». Existe un fundamento filosófico para alegar un principio tal como primer regla del entendimiento. Para que no nos limitemos a una explicación causal de las expresiones lingüísticas como si fueran solamente fenómenos físicos, sino que podamos igualmente comprender su sentido, es condición que se pueda detectar una relación lógica entre ellas. Para juzgar, si alguien entiende expresiones lingüísticas y cómo las entiende, debemos averiguar qué consecuencias deriva él de ellas con cierta consistencia.
6 Hegel vio este punto todavía de otra forma. Desde su perspectiva y la de su tiempo, parecían existir culturas en las que la absurdidad, la que desde un comienzo no ha de ser cuestionada, era la norma, y la racionalidad, la que percibimos al observar con mayor detalle, era la excepción. Hegel cita del prólogo de Warren Hastings a la primer edición inglesa de la Bhagavad Gītā: »Todo lector debería, de antemano, haber admitido las características de oscuridad, absurdidad, usos bárbaros y una moral decadente. Donde se manifestara lo contrario, debería verlo como una ganancia neta y reconocérselo como un mérito que contrasta con la expectativa opuesta. Sin reclamar esta indulgencia [!] Hastings difícilmente habría podido lanzarse a recomendar la edición de este poema.« 3
7 El ejemplo más sencillo de algo que, entendido a primera vista y de manera literal, no tiene sentido, es la doble negación. Ésta es común en muchos idiomas y no es extraña tampoco en el alemán coloquial. Martin Heidegger escribió a Ernst Jünger sobre un »primo mío» que solía decir de sí: »I bi nie kein Nazi gsei«, en traducción literal (pero sin la coloración dialectal): »Yo nunca he sido ningún nazi». 4 En expresiones como ésta, la segunda negación no tiene la función de suspender la primera, sino por el contrario, pretende reforzarla con énfasis. Las repeticiones (»muy, muy interesante«) son una herramienta natural del lenguaje para resaltar algo.
8 Aprehender la racionalidad de una producción cultural, supone la facultad del intérprete de cambiar su punto de vista. »[P]ues es obvio – y como lema de toda investigación en torno al racionalismo debería figurar este sencillo principio, olvidado a menudo – que es posible ›racionalizar‹ la vida … en las más variadas direcciones.« 5 Este »sencillo principio« de Max Weber debe figurar también al comienzo de toda investigación que compara culturas.

2. Regla de racionalidad teleológica (regla de funcionalidad)

María Lidia Juliá:
Razón y Lenguaje:
La proximidad de razón y lenguaje en la hermenéutica gadameriana
.
Paidea World Philosophy Conference.
1998.
external linkArtículo
9 Los seres humanos no pueden ni quieren expresarse solamente de manera lógico-racional. Con sus actos persiguen un fin, como corresponde de manera natural a todo ser vivo. Cuando uno no puede separar la racionalidad lógica y la teleológica, el significado literal de una frase y el objetivo que se persigue con ella, muchas de las expresiones parecen irracionales. Si sólo se presta atención al significado de las palabras aisladas y su sintaxis, las dobles negaciones afirman simples falsedades. Afirmaciones que se remiten a obviedades, por ejemplo a lo avanzado de la hora cuando todos acaban de oir cuántas veces ha tocado el reloj, parecen ser redundantes y faltas de sentido, si uno no percibe que el hablante que hace esta afirmación (formalmente informativa) quiere, en realidad, expresar un deseo o una preocupación. A final de cuentas, muchas de las expresiones aparentan ser inconducentes si uno, aun cuando está familiarizado con la perspectiva funcional, está fijado en un concepto de finalidad demasiado estrecho y equipara lo conveniente con la parquedad o la mera utilidad. Lo mismo sucede si uno pasa por alto que, dependiendo de las circunstancias, comportamientos diametralmente opuestos pueden ser igualmente conducentes.
10 En los comienzos de la ola pragmática en la lingüística, una de las reglas de la comunicación, para algunos incluso la primer regla, era »Be short!« (»Sé breve!«). Sin embargo, en todo el mundo, uno se atiene intuitivamente a la tácita regla de cortesía »mientras más extenso (un trato o un saludo), más cortés«. Muchos textos clásicos de la filosofía hindú, con sus repeticiones, resultan cansadores para lectores contemporáneos. Lo que produce fastidio en una tradición de escritura, puede haber sido un apoyo mnemotécnico para la transmisión, que fue por siglos únicamente oral. En una novela autobiográfica, Susan Taubes describe cómo su padre, un seguidor temprano del psicoanálisis freudiano, se había puesto el objetivo educativo de la erradicación implacable de los circunloquios. Las expresiones con rodeos le parecían mera hipocresía, y así le prohibió a su hija el uso de fórmulas de cortesía: »cuando uno hacía un pedido, no podía decir ›Tienes, por favor …‹ o ›Podrías, por favor, darme …‹ o ›Me gustaría pedirte algo‹, no, Sofía sólo recibía su trozo de chocolate cuando decía: ›Dame …‹ No podía hacerlo, se ponía a llorar.« 6
11 Para las personas no sólo es relevante, qué se dice, sino también cómo se lo dice. Hay textos cuya intensidad se debe a una forma poética oculta. En el testamento del recientemente fallecido ensayista Niklaus Meienberg, figura la disposición aparentemente objetiva: »Meine Asche ind en Oberlauf der Seine« (Mis cenizas en el curso superior del Sena). La atracción que emana de la frase, no tiene solamente una relación con la evocación de París y de la Champagne, con la que el escritor estaba apasionadamente vinculado. Lo que se lee como un estilo telegráfico deliberadamente áspero, es en realidad un troqueo de seis pies: Méine Ásche ín den Óberláuf der Séine (»Mís cenízas én el [cúrso] súperiór del Séna«). El hexámetro (senario) testamentario provoca su efecto sin que la mayoría de los lectores lo reconozcan como tal. La »noble verdad« del origen del sufrimiento de la que habla Buda acaba con la enumeración de tres tipos de sed (tanha): »sed de amor, sed de vida, sed de bienestar.« Una mirada al texto hindú hace sospechar que hubo factores fonéticos y rítmicos que jugaron un papel relevante en la enumeración de los tipos de sed justamente en este orden: kāma-taṇhā, bhava-taṇhā, vibhava-taṇhā.

3. Regla de humanidad (regla de naturalidad)

Antes de imputar a personas de otra cultura un comportamiento sin sentido, antinatural, inhumano o inmaduro y los valores correspondientes, es preferible dudar primero de la suficiencia del entendimiento y el horizonte cognitivo propios. 12 Generalmente, las palabras »racionalidad« y »funcionalidad« o »conveniencia« son utilizadas en las ciencias humanas solamente en un sentido estrecho y técnico. Por ello, cuando se trata de la actitud adecuada ante lo extraño, se prefiere hablar de un principle of humanity o también – de manera un poco menos antropocéntrica – de un »principio de naturalidad«: 7 Antes de imputar a personas de otra cultura un comportamiento sin sentido, antinatural, inhumano o inmaduro y los valores correspondientes, es preferible dudar primero de la suficiencia del entendimiento y el horizonte cognitivo propios.
13 Al recibir el Premio Nobel, el escritor nigeriano Wole Soyinka citó en su discurso 8 a Hegel, a quien le pareció adecuado afirmar: »Entre los negros es, en efecto, característico el hecho de que su conciencia no ha llegado aún a la intuición de ninguna objetividad, como, por ejemplo, Dios, la ley, en la cual el hombre está en relación con su voluntad y tiene la intuición de su esencia.« 9 No tendría sentido, continúa Soyinka, »desperdiciar un sólo instante en refutar la banal falsedad de estas afirmaciones«. De hecho, resulta dificultoso imaginarse cómo pudieran ser compatibles, por un lado, la autoestima y la gallardía que los africanos expresan con su sola postura y su llamativo sentido del honor y la vergüenza, y, por otro lado, la incapacidad cognitiva para diferenciar aquello que es fáctico y aquello que uno quisiera ser »en sí«, de manera ideal.
14 No tendría ningún sentido citar a Hegel si su modo de ver, adaptado al lenguaje típico de la época, no se volviera a encontrar en nuestros días en la bibliografía sobre culturas no-europeas. Aquí, un desliz del penúltimo decenio del siglo XX: »Si uno piensa aún más rigurosamente, incluso es cuestionable el vocablo de ›autorrealización‹ como categoría para aprehender la realidad japonesa, ya que éste se funda en la concepción occidental de una personalidad autónoma, que en última instancia no posee validez reconocida en Japón, ni para hombres ni para mujeres. Una formulación como ›formas tradicionales de la autorrealización [en Japón]‹ es, visto de esta manera, una contradicción en sí.« 10
15 Sin embargo, el topos característico de la filosofía confuciana del cultivo personal (estima personal, fortalecimiento personal y examen personal) también fue recibido por la filosofía japonesa. 11 En cualquier película de samuráis (filmada especialmente para Occidente) se demuestra ad oculos qué forma podía tomar el ideal de la autorrealización en el Japón tradicional. Aparte de ello, todo niño pequeño en Japón, al igual que en Europa, realiza ya en los primeros meses de su vida la experiencia de que es un ser distinto de su entorno. Un niño aprende muy rápido a diferenciar entre sus sentimientos y sensaciones y aquellos de las personas que son sus contactos. Se da cuenta que depende de él cómo se comporte y, en consecuencia, como sea estimado por otros y finalmente por sí mismo. Capacidades innatas de este tipo se caracterizan por estar acompañadas por una tendencia, también motivada biológicamente, a hacer uso de ellas. Sería sorprendente si justamente una capacidad tal, manifiesta en la niñez temprana, no fuera estimulada en culturas que son tenidas por especialmente propicias para los niños. 12 Por el contrario, es de esperar una apreciación realista de las condiciones de la autorrealización, es decir su dependencia inicial de modelos y del apoyo de otros y, sobre todo, del reconocimiento de otros (una condición que no pasó inadvertida al mismo Hegel). En estas culturas, no se llega a confundir fácil e ilusoriamente la autorrealización, que es al mismo tiempo individuación y socialización, con una realización individual en soledad.
16 Cuando encontramos en una cultura ajena algo que nos parece inhumano, pero que parece ser aceptado por los integrantes de esa cultura sin más, entonces es muy probable que además exista algo que hace soportable lo aparentemente insoportable. Un ejemplo didáctico (en sentido literal y figurativo) es el »infierno de exámenes« japonés. Justamente no es el caso que uno se encuentra en este »infierno« »abandonado de Dios«, totalmente solo y perdido en el mundo, como se imagina en Occidente. Para el examen, uno se prepara en grupos y como viviendo en un campamento. El sentimiento de pertenencia y el espíritu de equipo que surgen de esta manera son cultivados también después, en la universidad y en el lugar de trabajo. La experiencia de que uno no es dejado solo en una fase difícil de su vida, hace al »infierno« – y a la vez a la perspectiva de la vida por venir – soportable. Uno adquiere a tiempo una apreciación realista de sí mismo, en lo que respecta a la propia capacidad y a la dependencia de la colaboración de otros. El »infierno de éxamenes« tiene rasgos de un rito de iniciación en el umbral de una nueva fase de vida. 13

4. Regla nos-quoque (regla del »nosotros también«)

»Tout comprendre
c'est tout pardonner.«

Proverbio francés
17 »Comprender todo« significa también »perdonar todo«? Se dice que J.L. Austin, el fundador de la teoría del acto del habla, respondiendo al dicho francés Tout comprendre c'est tout pardonner (Comprender todo es perdonar todo) manifestó: Understanding might just add contempt to hatred (Comprender sólo puede sumar desdén al odio). »Soberbio, como sólo es posible parlar en Oxford«, está uno tentado a pensar – pese a las propias reglas para evitar prejuicios.
18 Es bueno ser realista, pero esto incluye que uno no trace la línea entre aquello que se perdona »indulgentemente« y aquello que se juzga »rencorosamente«, precisamente entre la cultura propia y la ajena. No solamente los otros, »también nosotros« (nos quoque) nos comportamos tendencialmente igual bajo circunstancias iguales. Si en una cultura ajena, uno se enfrenta con algo, que no puede de manera alguna aceptar calladamente (por ejemplo la sentencia de muerte de Salman Rushdie), no es improbable que uno encuentre acontecimientos comparables o incluso más graves en la propia cultura, tanto en su historia (Auschwitz) como en su presente (la caza de negros en Magdeburgo en 1994).
19 Como muestran los contraejemplos, en Europa no necesitamos regresar al medioevo, atrás de aquella Ilustración con la que nos gusta explicar qué es lo que distingue a las culturas occidentales de otras. Tampoco necesitamos ir al campo, a un rincón económicamente subdesarrollado; podemos atenernos a los centros de la modernidad europea.
Si en una cultura ajena, uno se enfrenta con algo, que no puede de manera alguna aceptar calladamente, no es improbable que uno encuentre acontecimientos comparables o incluso más graves en la propia cultura, tanto en su historia como en su presente. 20 Hace algunos años, Occidente se escandalizó por la paliza con la que se castigó a un joven estadounidense en Singapur, una forma de castigo que fue instaurada en la península malaya por el gobierno colonial británico. Ulrich Bräker, el »pobre hombre« de Toggenburg (en el este de Suiza), a quien forzaron a entrar al servicio militar bajo Federico el Grande, describe en su autobiografía cómo en el Berlín de 1756 los mercenarios que habían fracasado al desertar, fueron obligados a pasar por las baquetas »hasta que jirones de sangre coagulada les colgaban de los pantalones. Luego, Schärer [un paisano] y yo nos miramos temblorosos y pálidos como la muerte, y nos murmuramos uno al otro al oído: ¡Qué malditos bárbaros!« 14
21 En la edición del 30 de septiembre de 1994 del semanario Die Zeit se le reprocha a Japón, que su ejército forzó, entre 1932 y 1945, a más de 100.000 mujeres de zonas ocupadas a trabajar en los burdeles del frente. Los culpables no han sido responsabilizados hasta la fecha, y las víctimas esperan todavía una disculpa oficial y una indemnización apropiada. La acusación fue acompañada por una conmovedora imagen de unas hoy ya ancianas coreanas que antaño fueron »mujeres de consuelo« 15, como se llamó a las mujeres violadas durante la guerra. Independientemente de ello, apareció un día después en el periódico Neue Zürcher Zeitung la reseña de un libro de Ingrid Strobl, que trata el tema de la violación de mujeres en el ejército alemán: »El tema está, hasta la fecha, bajo una ›prohibición‹ especialmente estricta.« Y esto aun cuando fue documentado en los procesos de Nuremberg »que las tropas alemanas violaron sistemáticamente«. Junto a los bordeles estaba el »bloque de los laboratorios«, donde se »experimentaban científicamente« distintos métodos de la esterilización con aquellas de las abusadas que eran judías. Para ellas, la prostitución forzada era una »etapa previa a la masacre administrativamente organizada«.
22 Las coreanas en el ejército japonés eran llamadas »muchachas de consuelo«; las judías en el ejército alemán eran además ridiculizadas con el sello de »puta de campaña« o »puta de la tropa de Hitler«. Para investigar las causas de estos dos crímenes, que fueron perpetrados al mismo tiempo, habría sido conveniente un análisis en el mismo artículo, en el mismo periódico. Con la exposición partidaria de infamias que fueron cometidas en culturas ajenas, se insinúa que se trata de atrocidades culturalmente específicas. De esta manera se alimenta el macabro sentimiento de superioridad ética, al cual se tiende en Occidente.
23 De parte de Japón, se apela a una especie de »razón de la potencia ocupante«. A través de la prostitución forzada de mujeres por lo general pobres y sin educación se habría intentado mantener bajo control la violación de mujeres en las zonas ocupadas. El mal de base reside en las causas de la guerra. Es por ahí hay que hay comenzar. El aumento masivo de la prostitución (por ejemplo en Vietnam) y la violación (por ejemplo en Yugoslavia) es una consecuencia irrefrenable de la guerra, que, en un nivel más »alto« y racionalizado del desprecio contra la mujer, se intentó canalizar por medio de la prostitución forzada – en Europa Central todavía un tanto más pérfidamente que en Asia Oriental. 16
24 Desde la perspectiva japonesa, quien tiene un sentido de la vergüenza, buscará ofrecer una disculpa y una indemnización en privado y lo más discretamente posible. Se prefieren formas indirectas de la compensación, formas que permiten mantener veladas tanto las heridas ajenas como el propio rostro. Los enfrentamientos con el pasado de carácter verbal e intelectual proclamados a los cuatro vientos y los ostentosos arreglos financieros permiten que nos engañemos respecto del hecho que hay crímenes para los que no hay exculpación alguna, durante toda la vida, y tampoco en la historia de los estados que los han cometido. A través de la racionalización del enfrentamiento con el pasado podemos figurarnos tener cierta autonomía, sin darnos cuenta, cuán engañosa es la apreciación que hacen las personas de sí mismas a nivel emocional. Entre el ocultamiento avergonzado y la represión impulsada por la culpa hay toda una serie de finos matices.

5. Regla vos-quoque (regla del »vosotros también«)

Probablemente en todas las culturas se encontarán ideas en favor de una ética conforme con los derechos humanos. 25 Si, en culturas ajenas, uno se enfrenta a crímenes contra la humanidad que no está dispuesto a aceptar sin protestar, entonces no solamente es probable que uno encuentre sucesos igualmente escandalosos en la propia cultura. No es menos probable encontrar personas de la cultura ajena que también rechazan el acontecimiento escandaloso. También muchos musulmanes, teólogos y legos, rechazan atentados suicidas contra civiles inocentes como algo abominable. Probablemente en todas las culturas, y ciertamente en las culturas con una historia, un territorio y una población más extensos se encontarán ideas en favor de una ética conforme con los derechos humanos. 17 No están libres de contradicciones y tampoco son, por lo general, dominantes. Pero tampoco es distinto en la tradición occidental – la griega y cristiana.
26 Para fomentar el cumplimiento de los derechos humanos a nivel mundial, no ayuda imponerlos en todos lados de la misma manera y con la misma formalidad jurídica que como fueron impuestos en Occidente. Es prudente un proceder socrático-paulino: Partiendo de una imagen del ser humano y de un conjunto de valores que los interlocutores dan por sobreentendidos (vos quoque – »también vosotros aceptáis la máxima …«), se puede comprobar paso a paso, que un comportamiento conforme con los derechos humanos se puede fundamentar bien a partir de la filosofía de la propia cultura. Si en una cultura como la china, ren (humanidad) e yi (el equivalente chino del principio romano de aequitas) representan valores directrices y si sabios proverbios de la filosofía del Estado como »Sólo aquel que procura no derramar sangre humana, es capaz de mantener unido al Imperio« 18 pertenecen al tesoro idiomático popular, entonces un régimen de terror también es cuestionable desde la propia tradición china.

6. Regla de anti-criptoracismo

Los racistas ven defectos y males (a) sólo en el otro grupo, (b) en todos los miembros del grupo, y ven (c) solamente defectos y males en el otro grupo. 27 Los seres humanos tienen una predisposición maliciosa. Si están frustrados y bajo estrés, tienden a percibir, de manera exagerada, en miembros de otros grupos, las deficiencias que los acosan personalmente y en el grupo con el cual se identifican. Se habla de racismo cuando el aspecto físico (especialmente el color de piel), el origen y la lengua y cultura diferentes son decisivos para la formación del anti-grupo. Los racistas asocian atributos externos distintos y especialmente llamativos con diferencias internas »profundas«. Sin embargo, una correlación, coextensión y covariación sistemáticas (igual extensión y modificación uniforme) no son demostrables, ni de manera anatómica y fisiológica entre características corporales superficiales e internas, ni tampoco de manera psicológica y sociológica entre características corporales visibles y características mentales. Los racistas ven defectos y males (a) sólo en el otro grupo, (b) en todos los miembros del grupo, y ven (c) solamente defectos y males en el otro grupo.
28 Hoy día, en las ciencias, el racismo es proscrito y rechazado. Pero el racismo es comparable con un bacilo contagioso, contra el cual se ha llevado una lucha intensa. Se transforma imperceptiblemente y es efectivo de forma subliminal y oculta. No siempre puede ser reconocido claramente como tal en todos lados y de manera inmediata. Sin embargo, uno puede atenerse a la regla de que el racismo va acompañado de una sobrevaloración de la propia cultura. Así, el criptoracismo, un racismo escondido, se delata fácilmente cuando el sentimiento de superioridad se ve amenazado. De esta manera se llega a insultos fuera de lugar contra un competidor exitoso.
29 En un ensayo filosófico 19 se dice por ejemplo, sin ninguna mediación y de manera totalmente irracional: Participar en la disputa en torno a la ciencia y la tecnología »admirando la ingenuidad, con la que las culturas del sudeste asiático actualmente emplean la ciencia y la tecnología, es igualmente ingenuo. Tal perspectiva significaría aconsejarle a nuestra cultura retornar a sus inicios.» De hecho, es lamentable cómo se emplean hoy ciencia y tecnología en el sudeste asiático. Sin embargo, en Occidente no tenemos ninguna razón para expresarnos despectivamente sobre esto, más bien al contrario. Los estados del sudeste asiático buscan superar sus inmensos problemas de desarrollo por propio esfuerzo. Se trata de asegurar un mínimo vital digno en un parte sobrepoblada del planeta y, como es comprensible, también del reconocimiento internacional para una población que durante largo tiempo no fue reconocida por Occidente como igual. También nosotros estamos dispuestos a posponer las preocupaciones ambientales para reducir el desempleo y sus consecuencias sociales, así como para mantener nuestra posición geopolítica. Por lo demás, somos nosotros, en Occidente, con nuestro nivel de vida, los que - en proporción - más dañamos al medio ambiente. Hasta la fecha la destrucción ambiental más grave en el sudeste asiático proviene de Occidente: la acción de defoliación química en la guerra de Vietnam. Es una autoglorificación decir que la incorporación de una política científica y tecnológica de países del sudeste asiático significaría para nosotros un retorno a los comienzos de nuestra cultura. Sería una recaída en los años cincuenta, en los decenios anteriores al angustiante descubrimiento de los límites del crecimiento económico. En el peor de los casos sería una recaída en el siglo XIX, pero no en los comienzos de nuestra cultura, sólo en los comienzos de la industrialización.
30 No se puede permitir que la aversión contra una civilización contendiente se expanda ilimitadamente a través de los canales que un académico tiene a su disposición, sin que esto tenga, tarde o temprano, un efecto desinhibidor en otras partes de la población, que sólo son capaces de desahogar su repugnancia contra extranjeros no-sumisos valiéndose con herramientas sólidas, con piedras y antorchas. Existen comienzos académicos del racismo, que uno debería resistir.
El análisis logrado de una cultura ajena siempre pone también a la propia cultura bajo una luz esclarecedora. 31 Más peligrosas que las mentiras simples y burdas, son las verdades a medias. Los desarrollos culturales tienen por lo general dos lados. Son ambivalentes. Todos conocemos el vaso que el pesimista ve medio vacío y el optimista, en cambio, medio lleno. Cuando en una cultura como la japonesa la autarquía del individuo es escrita con letra chica, cuando tanto éxito como fracaso, tanto un rendimiento excelente como una falta son vistos en relación al grupo al que pertenece el individuo y el cual lo apoya, entonces un pesimista de culturas ajenas – o, dicho más elegantemente, un pesimista de heteroculturas – puede describir a la sociedad japonesa como una »sociedad de responsabilidad limitada« «que tendencialmente evita hacer responsable al individuo y localizar claramente la responsabilidad.« 20 Los optimistas de culturas ajenas y heteroculturas, que creen, que en las culturas ajenas, hay más para aprender que para criticar, lo ven del lado complementario, desde donde el vaso se ve medio lleno. Para quien ha sido formado psicológica y sociológicamente en Japón, la sociedad japonesa le parece como una sociedad con responsabilidad compartida y participativa. 21
32 La renombrada asunción de la culpa a través del jefe del grupo tiene varias funciones. Por medio de la acusación de sí mismo como »chivo expiatorio«, él protege tanto al desafortunado delincuente, quien a menudo ya ha sido puesto suficientemente en evidencia por el hecho mismo, como al resto del grupo. Él ayuda a mantener la autonomía del grupo, ya que, al haber demostrado la capacidad de autocorrección, hace innecesaria una intervención externa, especialmente por parte del Estado. La confesión de la culpa por parte del superior no sirve tanto a la búsqueda de la verdad, en el sentido de una prueba para una sentencia judicial de culpabilidad, sino mucho más para encauzar el restablecimiento de relaciones equilibradas y para atestiguar la capacidad de rehabilitación. Una confesión de la culpa que incluye a todo el grupo y todos los corresponsables le facilita a la víctima disculpar al victimario, y al juez evitar una pelea en el tribunal y una sentencia formal y dura. Ambos sirven al restablecimiento de la armonía.
33 Aún cuando algo de una cultura ajena se nos haga indigno, es posible llegar a verla de una manera que no sea unilateralmente denigrante, si se incluye en la valoración al equivalente de ese aspecto indigno en la propia cultura. Cuando se pinta a Japón como un »país de la armonía ritual«, uno puede preguntarse si no es posible, de igual manera, hablar de un »individualismo ritual« en países occidentales. 22 El conformismo en las modas, los medios y aún en el mundo académico contrasta en Occidente de una manera extraña con el individualismo que se proclama paralelamente.
34 El análisis logrado de una cultura ajena siempre pone también a la propia cultura bajo una luz esclarecedora.

7. Regla de personalidad

»Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio.«

Immanuel Kant
(Nota 23)
35 El imperativo práctico de Kant es bien conocido: »obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio.« 23 Sin embargo, se encuentra poco material respecto de su concepción de que a través del comportamiento uno expresa ante sí y ante otros la idea que uno tiene de la humanidad.
36 Podemos evitar juicios fallidos y faltas de tacto si tratamos a los miembros de otra cultura no sólo como objetos de estudio, ni tampoco como meros medios de estudio (como informantes subordinados e intérpretes), sino como compañeros de estudio con igualdad de derechos. Son personas. Tienen el derecho de ser oídos y de hacer cuestionamientos antes de que se publique un juicio sobre ellas. Un mutuo intercambio de ideas, de igual a igual, sirve para encontrar la verdad. Un juicio completo sobre las personas incluye la visión interna y la externa, la presentación propia y la ajena. Por ello, las investigaciones culturales se realizan, en el caso ideal, en un tándem o en un equipo con miembros tanto de la cultura a investigar como de una cultura distinta. El método, el resultado y la interpretación deben ser publicados, puestos a discusión y convocados para reseñas siempre también en la lengua de la cultura investigada.

8. Regla de subjetividad

Alexander Kremer:
Are All Interpretations Possible?
Paidea World Philosophy Conference.
1998.
external linkArtículo


Hamlet A. Gevorkian:
The Concept of Encounter of Cultures in the Philosophy of History: Problems and Solutions.
Paidea World Philosophy Conference.
1998.
external linkArtículo


Koula Mellos:
The Fragility of Freedom Gadamerian.
Paidea World Philosophy Conference.
1998.
external linkArtículo
37 No se puede confiar ni en la presentación de sí mismo sin contraprueba, ni tampoco en la impresión de los otros. Ambas requieren de un control recíproco. Las personas tienden, según su estado psíquico y el tipo de encuentro, a sobrevalorarse, autoexaltarse y realzarse o a subestimarse, humillarse y denigrarse.
38 Se ha observado que, cuando se trata de sí mismos y de los parientes que les son cercanos y con los que se identifican, las personas fácilmente pasan por alto comportamientos que ellos mismos ven como inferiores o socialmente proscritos. Los lingüistas han notado que, por esta razón, no pueden fiarse del testimonio de hablantes nativos. Se dice que una mujer de la Suiza interior, al ser preguntada si usaba la palabra vernácula eister (una expresión dialectal para »siempre«) o la palabra immer del alemán estándar, respondió contradiciéndose a si misma: »Ich sage eister immer« (»Yo siempre (eister) digo siempre (immer)«). 24
39 No pocas veces se expresan autohumillaciones y autodenigraciones »formales« por simple cortesía. En muchos lados, es parte del »buen tono« que los anfitriones y anfitrionas desprestigien lo que ofrecen y pueden ofrecer. En muchas culturas, uno se comporta frente a extraños, sobre todo si éstos pertenecen a una cultura que es tenida por superior y que se comporta como tal, con formas de cortesía especialmente marcadas. De esta manera, un investigador ingenuo puede hacer que se confirmen sus puntos de vista respecto de otra cultura de manera presuntamente »objetiva«, a través de la observación intersubjetiva, y puede documentarlos con video y diskette.
40 Es muy revelador cuando dos interlocutores intentan superarse mutuamente con auto-humillaciones, sobre todo cuando no se trata tanto de una crítica de la propia persona sino mucho más de un poner en evidencia al propio país. Podría ser una buena señal que esto también fue posible entre representantes de distintas culturas. En la feria del libro de Frankfurt de 1990, siendo Japón el país invitado, se organizó un podio de discusión entre los dos escritores (y posteriormente ganadores del premio Nobel) Günter Grass y Ōe Kenzaburō, que, pertenecientes a la misma generación de posguerra, se entienden a sí mismos de manera similar como portavoces críticos:
41 Grass comenzó con una lamentación sobre la unificación alemana. Auschwitz, dijo, debería haber hecho la reunificación imposible. Una Alemania unida es un peligro para sí misma y para todo el mundo. Ōe asintió seriamente y agregó que Japón presenta igualmente un gran peligro. Los japoneses, dijo, no se han enfrentado nunca con sus crímenes. Japón es un país racista. Sí, pero Alemania también lo es, aseveró Grass, que no quería permitir que lo retruquen, también Alemania es un país racista, sí, aún mucho peor, con sólo pensar en el odio contra los polacos, contra los turcos, contra los extranjeros en general. Ah, dijo Ōe, pero uno no debería olvidar por eso la discriminación japonesa contra los coreanos y los ainu, no, los japoneses son obviamente los peores. 25
42 La forma más curiosa de malentenderse a sí mismo, a la que puede llevar el encuentro con una cultura extraña, que es tenida por científica y tecnológicamente superior, es el autoexotismo. Éste puede manifestarse tanto en la forma de la autodenigración como de la autoglorificación. En el primer caso se asumen los juicios despectivos del extranjero y se ve la salvación en el abandono de la cultura propia y la asunción de la ajena, su idioma, vestimenta, etiqueta, modo de vida y sistema de valores. No solamente se tiene desprecio por la propia tradición, sino también por todas las otras culturas, que no se asocian a la cultura-meta. En el segundo caso se interiorizan los entusiásticos juicios del extranjero. En vez de redescubrir, desafiado por la cultura ajena, la propia cultura, con sus fuerzas y flaquezas, uno empieza a verla y representarla en la literatura y el arte propios como corresponde según los anhelos y fantasías conscientes o inconscientes del extranjero. El escritor japonés Mishima Yukio organizó finalmente su vida según correspondía a la imagen burlesca que se tenía en Occidente del Japón. 26

9. Regla de ontología-deontología (regla del »ser–deber ser«)

43 Los códigos de conducta y las listas de mandamientos, los specula principis, el libro de Knigge Über den Umgang mit Menschen (Sobre el trato con las personas) y los textos constitucionales no reflejan las circunstancias como son, sino como deberían ser según la postura del grupo o la clase en el poder. A veces muestran, de manera especular, como no son. Se proclaman normas y se elaboran hagiografías justamente cuando algo que es »pertinente« según el criterio de los legisladores y guardianes de la moral no es una práctica común. En Japón existe una regla de conducta, según la cual las mujeres deben ir tres pasos tras los hombres. En realidad, se puede observar lo contrario, y no tan sólo en la actualidad; ya el jesuita portugués Luis Frois constató en 1585: »En Europa van los hombres adelante y las mujeres atrás, en Japón los hombres atrás y las mujeres adelante.« 27
44 Quien puede adquirir sus conocimientos sobre una cultura ajena únicamente en una biblioteca, no siempre es capaz de diferenciar entre lo que es (ontología) y lo que debería ser (deontología).

10. Regla de despolarización (regla contra el dualismo cultural)

Las mismas oposiciones que creemos poder distinguir entre dos culturas (interculturalmente), las encontramos a menudo, en lo que concierne a su tipo y grado, también dentro de una misma cultura (intraculturalmente), incluso dentro de la misma persona (intrasubjetivamente). 45 Polarizaciones son un medio elemental para reducir la complejidad y clasificar las cosas. Su función principal no es, reproducir las cosas como son de hecho, sino presentarlas como son útiles. La polarización sistemática no tiene en todos los niveles del lenguaje ni de la realidad la misma utilidad que en el nivel fonológico, en el que opuestos fonéticos (claro – oscuro; tenso – relajado) adquieren una función diferenciadora de significados.
46 En las ciencias de la cultura se ha evidenciado que la fe en una correlación sistemática entre los pares de opuestos (claro – oscuro; activo – pasivo; animado – inanimado; racional – emocional; masculino – femenino; occidental – oriental; yang – yin) adultera la realidad devastadoramente. Si todos los pares de opuestos que se propagan en las ciencias de la cultura fueran coextensivos, sólo exitirían dos culturas (en el mundo: Oriente y Occidente; en la sociedad: mujeres y hombres; en las ciencias: ciencias naturales y ciencias humanas). En realidad, las mismas oposiciones que creemos poder distinguir entre dos culturas (interculturalmente), las encontramos a menudo, en lo que concierne a su tipo y grado, también dentro de una misma cultura (intraculturalmente), incluso dentro de la misma persona (intrasubjetivamente), dependiendo de la edad, el entorno, las tareas a realizar o sencillamente del humor y el talante. Un ejemplo que se hizo famoso por haber sido interiorizado primero y proclamado a viva voz después por un miembro representativo de la cultura ajena, proviene de Léopold Senghor: »L' émotion est nègre, comme la raison hellène« (La emoción es negra como la razón helénica). 28
47 La mejor forma de prevenir las polarizaciones junto con sus simplificaciones, absolutizaciones, exageraciones y sus pretensiones de exclusividad es comparar varias culturas entre sí, en vez de restringirse a la comparación de dos. Al hacerlo se debe prestar especial atención a las circunstancias bajo las cuales se puede sostener una relación polar entre dos culturas y bajo qué condiciones se puede encontrar esta relación polar también al interior de las culturas que se contraponen.
La mejor forma de prevenir las polarizaciones es comparar varias culturas entre sí, en vez de restringirse a la comparación de dos. Al hacerlo se debe prestar especial atención a las circunstancias bajo las cuales se puede sostener una relación polar entre dos culturas y bajo qué condiciones se puede encontrar esta relación polar también al interior de las culturas que se contraponen. 48 Cuando Frois afirma que las mujeres en Japón, distinto que en Europa, van adelante de los hombres, entonces deberíamos señalar que, tanto aquí como allá, hay casos particulares, eventos festivos y procesiones, en los cuales las mujeres (y los niños) van tradicionalmente delante de los hombres. Hay ceremonias, en las cuales es más noble ser el último en entrar, hablar y caminar. En una carta de 1565, haciendo una observación diferenciada, Frois apunta que en Japón también los colores negro y gris son »signos de luto«. En el tratado mencionado de 1585, en el que su objetivo era hacer una confrontación contrastiva de Japón y Europa, solamente figura de forma simple y radical: »Nosotros [los europeos] utilizamos negro para el luto, los japoneses blanco.« 29 Deberíamos completar que, por ejemplo, tanto para los niños como para la elección de flores, el color de luto en Europa también puede ser blanco.
49 En la bibliografía más antigua, cuando los autores hacen una comparación cultural contrastiva, parten regularmente de observaciones particulares. Así, en el siglo V a.C., Heródoto anota en su lista de 16 antítesis culturales entre Grecia y Egipto que los egipcios a diferencia de los griegos escriben de derecha a izquierda. De igual manera, en el siglo XVI d.C., Frois hizo esta misma anotación en su lista de 609 antítesis entre Japón y Europa. 30
50 Las contraposiciones modernas se orientan cada vez más según categorías y principios generales y abstractos. Tipologías que consideran capacidades mentales complementarias como razón e intuición, entendimiento y sentimiento, o comportamientos igualmente complementarios como pasividad y actividad, o incluso actitudes generales como afirmación y negación del mundo, resultan casi inevitablemente en una caricatura de las culturas descritas. 31
51 Por decenios, economistas europeos vieron en la ética confuciana un obstáculo para la modernización china. Hoy elogian la misma ética como un factor motriz del auge económico, de manera análoga como Max Weber vio un motor tal en la ética protestante. No se trata de que la visión actual esté correcta y la anterior equivocada. Ambas son igualmente indiferenciadas. Pasan por alto que, dentro de sistemas de cosmovisión con una complejidad histórica como la del confucianismo o la del cristianismo, hay motivos para conductas opuestas. Dependiendo de la constelación en cuestión, prevalece una u otra orientación.
52 Según las épocas y las corrientes que son preferidas dentro de una región cultural, los tipólogos llegan a clasificaciones totalmente contradictorias entre sí. Siguiendo a Max Weber, pero sin explicitar como él la relativización histórica del enfoque tipológico escogido, Jürgen Habermas presenta al cristianismo y al hinduismo como religiones con una concepción negativa del mundo. 32 En su libro sobre la India el teólogo liberal Albert Schweitzer presenta al pensamiento cristiano, junto con el de Zarathustra y el chino, como concepciones afirmativas del mundo en oposición al pensamiento hindú como concepción negativa del mundo. 33 Por último, para Friedrich Nietzsche, la religión de la antigua India es »una religión aria afirmativa«: »pot todas partes valores aristocráticos, un sentimiento de perfección, un decir-sí a la vida, un triunfante sentimiento de bienestar consigo mismo y con la vida, – sobre el libro entero brilla el sol«, el libro del antiguo legislador hindú Manu. 34
53 Ni las confesiones cristianas ni las religiones hindúes pueden ser puestas de manera global, en todas sus fases de desarrollo y en todas sus configuraciones, en el lecho de Procusto de una tipología dualística.
54
Cristianismo India
Habermas Negación del mundo (–) Negación del mundo (–)
Nietzsche Negación de la vida (–) Afirmación de la vida (+)
Schweitzer Afirmación del mundo y de la vida (+) Negación del mundo y de la vida (–)

11. Regla de inhomogeneidad

Rui Sampaio:
The Hermeneutic Conception of Culture.
Paidea World Philosophy Conference.
1998.
external linkArtículo
55 Según un modelo de pensamiento cultivado desde el romanticismo temprano, existe la humanidad como tal, pero a la vez existen »ciertamente sociedades y culturas, sobre las cuales se pueden hacer afirmaciones generales – al igual que sobre especies de plantas y animales«. 35 El dogma rezaba: humanidad heterogénea (posiblemente incluso un género humano poligenético) y culturas homogéneas (igual raíz, iguales costumbres, igual lenguaje).
56 La asunción de que las culturas son homogéneas, induce a ordenar sus distintas épocas, corrientes y configuraciones de manera unilinear, como si se diferenciaran solamente en su grado de desarrollo y como si ninguna de ellas tuviera algo propio y autónomo. Su singularidad cualitativa, su originalidad y a veces también sus rasgos antagónicos y alternativos son ocultados.
57 En la India, el budismo se considera una cosmovisión heterodoxa. Sin embargo, Jaspers lo explica y glorifica como la »culminación de la forma de vida … hindú« y como la »conclusión de la filosofía hindú«, que no habría aportado »nada nuevo en especial«. 36 Esta visión se encuentra ya en Max Weber, aunque, como es de esperarse, relativizada clara y prudentemente desde un principio: »El budismo antiguo fue … la más implacablemente consecuente de todas las soteriologías de los intelectuales hindúes altos, y, en este sentido [!], su ›culminación‹.« 37 Como culminación de la tradición védica se considera, en el hinduismo, a otra corriente filosófica, el Vedanta (»fin del Veda«).
58 Con respecto a Corea, un estado satélite de China, también Weber se atiene ilimitadamente a una perspectiva lineal: »El orden social coreano era una copia diluida del chino.« 38
59 En el siglo XIX, Gottfried Keller no tuvo una percepción distinta de Suiza frente a su gran estado vecino Alemania: »Él [Enrique el verde, un suizo] consideraba el carácter sobrio de sus propios paisanos como un enfriamiento y una degeneración del tronco y tenía la esperanza de encontrar más allá del Rhin todavía la brasa y la profundidad originales de la vida germánica.« 39 Pero fue precisamente en Gottfried Keller, en quien Max Weber vio una »germanidad« de muy especial y particular carácter, como sólo era posible fuera del estado-poder nacional, en comunidades que renuncian al poder político. 40
60 Podemos pensar que, teniendo suficiente información, Corea brilla ante China en una luz autóctona similar a aquella en la que Max Weber vio a Suiza durante la Primer Guerra Mundial. Después de todo, en el siglo XV, Corea creó independientemente de China, el vecino que ostentaba una supremacía tanto política como cultural, un alfabeto para su lengua vernácula, la cual no está emparentada con el chino – alfabeto que hoy es elogiado sobremanera en la lingüística.

12. Regla de agnosticismo

61 Hay secretos, que en todas las culturas y más allá de ellas, en la transculturalidad, permanecen secretos. Por supuesto, también las pruebas de indeterminabilidad pueden basarse en presuposiciones erróneas y engañarnos. De todas maneras, no esperaremos encontrar en ninguna cultura una respuesta satisfactoria a la pregunta de Leibniz: Por qué existe siquiera algo y no más bien nada? Lo mismo vale para la pregunta de Locke acerca de cómo es posible que mera materia no pensante genere un ser pensante e inteligente. Lo que se puede aprender en otras culturas es, a lo sumo, cómo hacer alto ante tales preguntas.
Traducción del alemán por Florencia Benitez-Schaefer, Bertold Bernreuter y Miguel Gamboa.

polylog. Foro para filosofía intercultural 4 (2003).
Online: http://them.polylog.org/4/ahe-es.htm
ISSN 1616-2943
© 2003 Autor & polylog e.V.

Notas

1
Georg Christoph Lichtenberg (1801): »Sudelbücher« (J 1207). En: Schriften und Briefe. Vol. 1. Frankfurt/M. 1992, 499: »Todo escritor puede exigir de sus lectores equidad hermenéutica, puesto que negársela es, en realidad, chicana.« go back
2
Willard Van Orman Quine (1960): Word and Object. Cambridge/Mass., 69. go back
3
G.W.F. Hegel (1827): »Über die unter dem Namen Bhagavad-Gita bekannte Episode des Mahabharata«. En: Werke. Vol. 11. Frankfurt/M. 1970, 134 s.
Una de las reglas evidentes de la hermenéutica de textos dice que no se debe reproducir una cita sin controlar su contexto. Asimismo, una de las reglas básicas de la traducción dice que, dentro de lo posible, se deben evitar las re-traducciones de citas al idioma original, si el texto original está disponible. Encomiablemente, el traductor de este ensayo al inglés, Donald Goodwin, ha observado estas dos reglas. Así fue como se reveló que Hegel solamente cita una concesión negativa del prólogo de Hastings y deja de lado su alegato por una cultura diferente, en la que se encuentra esta concesión. El prólogo de Hastings a la traducción de The Bhagvat-Geeta (Londres 1785) de Charles Wilkins es precisamente un ejemplo paradigmático para la aplicación del principle of charity hermenéutico. Por ello, se justifica citar en extenso a Hastings (7 s.):
»Si yo, un hombre iletrado, me aventurara a prescribir límites a la amplitud de la crítica, debería excluir, estimando el mérito de tal producción, todas las reglas deducidas de la literatura europea antigua o moderna, todas las referencias a sentimientos o actitudes que han venido a ser los estándares de decencia para opinar y actuar según nuestros propios modos de vida, e igualmente todos los llamamientos a nuestros dogmas religiosos revelados y nuestro deber moral. Debería excluirlos por no ser aplicables de manera alguna al idioma, los sentimientos, las actitudes o la moralidad pertenecientes a un sistema social del cual hemos estado desconectados por eras, y que posee una antigüedad aún anterior a los primeros esfuerzos civilizatorios en nuestra propia parte del globo.«
Aquí sigue el pasaje citado casi literalmente por Hegel. Hastings continúa luego:
»Muchos pasajes parecerán oscuros, muchos redundantes; otros parecerán adornados con ornamentos de fantasía inadecuados a nuestro gusto, y algunos elevados a un nivel de eminencia tal que resultará difícil a nuestros hábitos de juicio seguir el rastro; pero pocos ofenderán nuestra fé religiosa o nuestros sentimientos morales. También se debe hacer una concesión al tema como tal, que es altamente metafísico, a la dificultad extrema de traducir términos abstractos con unos que en un idioma diferente que correspondan exactamente con ellos, a la combinación arbitraria de ideas, expresando en palabras cualidades insustanciales, y aún más, a los errores de interpretación. La compostura del traductor debería inducirlo a defender el crédito de su trabajo, asumiendo todos los defectos aparentes a su propio cargo, enumerado a lo último bajo el artículo; pero ni su precisión lo amerita, ni el trabajo en sí requiere de tal concesión.« go back
4
Carta de Heidegger a Jünger, 7 de Noviembre de 1969, impresa en: Ernst Jünger (1980): Federbälle. Zürich, 71. go back
5
Max Weber (1920): Gesammelte Aufsätze zur Religionssoziologie. Vol. 1. Tübingen 1988, 62 (Ensayos sobre sociología de la religión. Vol. 1. Madrid 1987, 67). go back
6
Susan Taubes (1969): Divorcing. New York; alemán: Scheiden tut weh. München 1995, 281. go back
7
Propuesta del autor en: Elmar Holenstein (1980): Von der Hintergehbarkeit der Sprache. Frankfurt/M., 53 ss. go back
8
Wole Soyinka (1988): Diese Vergangenheit muß sich ihrer Gegenwart stellen. Zürich, 39. go back
9
G.W.F. Hegel (1822/23): Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte. In: Werke. Bd. 12. Frankfurt/M. 1970, 122 (Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Madrid 1980, 183). go back
10
Irmela Hijiya-Kirschnereit (1981): Reseña de Gebhard Hielscher (Hg.) (1980): Die Frau. En: Bochumer Jahrbuch zur Ostasienforschung 4, 503. La conclusión a la que llega la autora es consecuente: »A lo sumo los extranjeros occidentales (junto a un número ínfimo de feministas japonesas) [tienen] ideas tan claramente definidas, de hacia donde debería ir el camino [para la superación de las ›condiciones prevalecientes‹ en Japón] go back
11
Cf. Heiner Roetz (1992): Die chinesische Ethik der Achsenzeit. Frankfurt/M., 242 ss. go back
12
Cfr., entre otros, Ulric Neisser (1988): »Five Kinds of Self-knowledge«. En: Philosophical Psychology 1, 35-59, y, con respecto a Japón, Robert N. Emde (1992): »Amae, Intimacy, and the Early Moral Self«. En: Infant Mental Health Journal 13, 34-42. – En una investigación comparativa sobre niños japoneses y estadounidenses (Child development and Education in Japan. New York, 163) escriben R.D. Hess et al. (eds.) (1986): »Las madres japonesas parecían tener mayor confianza en la eficacia del esfuerzo que las madres estadounidenses. Tal vez, las madres japonesas estaban expresando así una fe en que los problemas son susceptibles a la persistencia y el trabajo duro y que la responsabilidad de alcanzar objetivos reside en el individuo. A pesar del individualismo que caracteriza supuestamente a la cultura estadounidense, las madres y los niños de Estados Unidos parecían estar menos orientados hacia las fuentes internas del resultado. Enfatizaban el rol de los padres en el éxito escolar de los niños, estaban más dispuestos a echar la culpa a la escuela por el fracaso de los niños, y apelaban más a la autoridad que a aspectos internos al intentar persuadir a los niños a adaptarse.« go back
13
Kae Ito (1993): "Das japanische Schul- und Bildungssystem". En: ETH-Bulletin 250 (Julio 1993), 16. go back
14
Ulrich Bräker (1789): Der arme Mann im Tockenburg. Stuttgart, 113. go back
15
Japonés: Jugun (acompañante de tropas) ian-fu (mujeres de consuelo); inglés: comfort women; indonesio-holandés: troostmeisjes. go back
16
E. Wehrmann (1994): "Verschweigen und Vergessen". En: Die Zeit (30 de Septiembre de 1994), 94; H. Abosch (1994): "Die Blitze der Trauer". En: Neue Zürcher Zeitung (1/2 de Octubre de 1994), 89 (Reseña de: I. Strobl (1994): Das Feld des Vergessens. Jüdischer Widerstand und deutsche ›Vergangenheitsbewältigung‹. Berlin – Amsterdam). go back
17
Cfr. Elmar Holenstein (1985): Menschliches Selbstverständnis. Frankfurt/M., 135; Jeanne Hersch (Hg.) (1990): Das Recht ein Mensch zu sein. Leseproben aus aller Welt zum Thema Freiheit und Menschenrechte. Basel. go back
18
Cit. por Weber 1920. Vol. 1, 457 (Weber 1987. Vol. 1, 451). go back
19
Jürgen Mittelstrass (1994): "Risiko und Akzeptanz". En: Neue Zürcher Zeitung (9 de Noviembre de 1994), 45. go back
20
Florian Coulmas (1993): Das Land der rituellen Harmonie. Japan: Gesellschaft mit beschränkter Haftung. Frankfurt/M., 234. Sería más acertado escribir: En Japón se tiene la tendencia a evitar hacer reponsable solamente al individuo y localizar la responsabilidad de manera individual. go back
21
Cfr., entre otros: John O. Haley (1991): Authority Without Power. Law and the Japanese Paradox. Oxford, 132-137; Frank A. Johnson (1993): Dependency and Japanese Socialization. New York, 167. go back
22
Cfr. Weber 1920. Vol. 1, 215 (Weber 1987. Vol. 1, 210-211): »Pero en el pasado, y hasta el presente, fue una característica de la democracia específicamente americana el no ser un montón informe de individuos; sino un tejido de asociaciones estrictamente exclusivas, pero voluntarias.« go back
23
Immanuel Kant (1785): Grundlegung der Metaphysik der Sitten. In: Werke (Akademie-Textausgabe). Bd. 4. Berlin 1968, 429 (Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Madrid 1946, 84). go back
24
Cfr. Holenstein 1980, 140; 1985, 97-103. go back
25
Ian Buruma (1994): The Wages of Guilt: Memories of War in Germany and Japan. New York, 11 s.; alemán: Erbschaft als Schuld: Vergangenheitsbewältigung in Deutschland und Japan. München 1994, 20. go back
26
Cfr. Joseph J. Tobin (1992): "Introduction". En: Joseph J. Tobin (ed.): Re-Made in Japan: Everyday Life and Consumer Taste in a Changing Society. New Haven, 30 s. go back
27
Luis Frois (1585): Kulturgegensätze Europa-Japan. Tokio 1955, Cap. 2, No. 29. go back
28
Léopold Senghor (1939): "Ce que l'homme noir apporte". En: Négritude et humanisme. Paris 1964, 24. Cfr. Holenstein 1985, 139-152, y (1994) "L'herméneutique interculturelle". En: Revue de théologie et de philosophie 126, 32 s. go back
29
Frois 1585, Cap. 1, No. 30; Engelbert Jorissen (1988): Das Japanbild im »Traktat« (1585) des Luis Frois. Münster, 188 s. go back
30
Frois 1585, Cap. 10, No. 3; sobre Heródoto cfr. Holenstein 1985, 140 s. go back
31
Según Coulmas 1993, 235, el concepto japonés de responsabilidad no está orientado, como el europeo, hacia el futuro, sino hacia el pasado. Lo decisivo es, en definitiva, si uno puede ser considerado digno ante sus ancestros. Una responsabilidad tal, que está esencialmente dirigida hacia atrás, implicaría »una falta de responsabilidad frente al futuro en el sentido de la ética de la responsabilidad del hombre capaz para la política que describe Max Weber«. Coulmas parece dejarse guiar por una forma de pensar en opuestos, que se excluyen mutuamente y no remiten el uno al otro. El pasado y el futuro se excluyen mutuamente, sin embargo la conciencia del pasado y la conciencia del futuro no se excluyen. La una remite a la otra – y así remite también la conciencia de culpa frente a los ancestros a una responsabilidad por el futuro. En sociedades tradicionales, ¿acaso uno no demuestra su valor frente a los ancestros en primera línea cuidando de la descendencia? El sistema educativo japonés está orientado hacia la responsabilidad de toda la clase por el éxito de cada miembro de la clase en los exámenes, la política empresarial japonesa está orientada hacia la responsabilidad de cada empleado por la calidad y el valor mercantil de los productos en cuya producción participa. Para el sistema judicial japonés es más importante la reparación de un daño que el castigo del autor. En Japón se puede encontrar una ética de la responsabilidad inherente a personas capaces de vivir en sociedad como Max Weber no la hubiera podido diseñar mejor. go back
32
Jürgen Habermas (1982): Theorie des kommunikativen Handelns. Vol. 1. Frankfurt/M., 283-294 (Teoría de la acción comunicativa. Vol. 1. Madrid 1987, 270-281). go back
33
Albert Schweitzer (1935): Die Weltanschauung der indischen Denker. München, 23. A pesar de sus formulaciones apodícticas, Schweitzer no pasó por alto que en la India también se encuentran actitudes positivas frente al mundo. go back
34
Friedrich Nietzsche (1895): Aus dem Nachlass der Achtzigerjahre, y (1888): Der Antichrist (No. 56). En: Werke. Ed. por Karl Schlechta. München 1966, Vol. 3, 701; Vol. 2, 1224 (El Anticristo. México 1989, No. 56). Ni Nietzsche ni Schweitzer pasaron por alto que en la larga historia y en la compleja sociedad de la India hay actitudes frente a la vida que se contraponen. go back
35
Jürgen Habermas (1958): "Philosophische Anthropologie". En: Kultur und Kritik. Frankfurt/M. 1973, 106. – Uno tiende a asumir que Habermas, en su temprano artículo de enciclopedia, reproduce más la concepción de sus maestros que su propia opinión, la cual mantiene hasta la fecha. Su reiterada división de las »grandes civilizaciones« en campos homogéneos (y descriptibles dualísticamente) de un cuadro generalmente cuatripartito sugiere, sin embargo, que la fe de Herder en culturas compactas, sobre las cuales se pueden hacer afirmaciones generales, tiene repercusión incluso en la Teoría de la acción comunicativa (Theorie des kommunikativen Handelns. 1981). go back
36
Karl Jaspers (1957): Die großen Philosophen. München 1988, 143f. go back
37
Max Weber (1921): Gesammelte Aufsätze zur Religionssoziologie. Vol. 2. Tübingen 1988, 251 (Ensayos sobre sociología de la religión. Vol. 2. Madrid 1987, 245). go back
38
Ibid., 294 (Ibid., 283). go back
39
Gottfried Keller (1853): Der grüne Heinrich (Vol. 1, Cap. 3). Frankfurt/M. 1985, 38. go back
40
Max Weber (1916): "Zwischen zwei Gesetzen". En: Gesammelte politische Schriften. Tübingen 1988, 143. go back

Autor

Elmar Holenstein (*1937 cerca de St. Gallen, Suiza) estudió filosofía, psicología y lingüística en las Universidades de Lovaina, Heidelberg y Zurich. Durante este período y más tarde realizó estancias de investigación en el Archivo de Husserl en Lovaina, en el Instituto de Lingüística de la Universidad de Colonia, en las Universidades de Harvard, Hawaii y Stanford, así como en el Instituto de Estudios Lingüísticos y Culturales de Asia y África en Tokio. Desde 1977 hasta 1990 fue profesor de filosofía en la Universidad del Ruhr de Bochum; de 1990 a 2002 en el Instituto Politécnico Federal (ETH) de Zurich. Entre 1986 y 1987 fue profesor invitado en la Universidad de Tokio. Desde su jubilación en el año 2002 vive en Yokohama, Japón. Sus líneas de investigación actuales son la psicología filosófica (Problema de cuerpo-alma; relación entre experiencia, lenguaje y pensamiento; inteligencia natural y cultural) así como filosofía de la cultura (invariantes interculturales y variación intracultural; el rol de la geografía en la historia de la filosofía y de las ciencias).
Prof. Dr. Elmar Holenstein
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Japón
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